martes, 25 de diciembre de 2018

FICCIONES CON SOUNDTRACK 11.- La lectura de las últimas visitas (Escuchando: Mogwai)




Se salva el día… ¡Tú no!


Conocer el inicio de algo interno, sin reconocer tu rostro mientras lo estás observando. Poniendo una cara, haz un gesto, el que tú quieras. Y después piensa en ello. Usualmente alguien tapa nuestro último el gesto al morir, porque lo último que queremos ver es el rostro de un ser cercano que ha muerto. 

Algún día moriré sudando frío debajo de unas sábanas y quizá pasé mientras me encuentre solo en casa. Puede que lo último que mis ojos vean sea la repetición de una conferencia de Dario Sztajnsrajber hablando sobre Nietszche o sobre Derrida. O tan solo después de haber escuchado un disco de música enarbolante, renaciente, chispeante, atonal… como la vida. Pero eso solo es el supuesto de una realidad. Estoy aquí para contarlo, no para estar seguro de lo que llegaré a contar. 

Morir sudando frío debajo de unas sábanas más tensas que mis pensamientos… Una lucha biológica tratando de sobrevivir a como dé lugar. Recuerdo las palabras: Tu no estás preparado para eso, pero hablando de la forma en que lo dices: ¿Quién quisisera tomar una fotografía de su cara el día de su muerte para Facebook?

Cinco vías para percibir, infinidad de formas para interpretarla. 

Se puede agradecer por lo vivido, pero en algún momento también me enfadaba con una forma de vivir, tratando de llenar vacíos. Reviviendo la ceremonia de los temores en su única frontera. Visitando los lugares más ajenos al existir… ahora sé que es una cuestión natural, a fin de cuentas.  ¿Cuántas personas les dicen eso a sus amigos una tarde cualquiera?

El olvido también es una historia que a veces hay que aprender a contárnosla. Estoy aquí para contarlo, no para estar seguro lo que llegaré a contar. Quise ser el primero en decirte, que las cosas funcionaron tan, pero tan bien entre nosotros que lo único seguro es que alguien más lo olvide. No soy de los que tienen la suerte de probar con el idilio todo el tiempo, pero a veces la intervención se convierte en un idilio de verdad. Hay además momentos donde aprendí bastante de la vida misma que jamás pensé que alguien, que también se topara conmigo de la misma forma, me enseñara todavía más  de la vida. El ir y venir de un ritmo somatizado. Quizá esa sea la última de las ventajas. Ahora mi voz (o lo que se puede expresar sobre estas líneas como mi voz) habla bastante de ella. Y destina palabras nuevas a una parte de la historia ya contada. ¿A dónde vamos de bien? ¿Destruir el mundo para morir en él? Igual que Sansón lo hiciera derrumbando los pilares de templo de Dagón, a los que fue encadenado. 

  Escribir como un niño lo que tus ojos ven como adulto. La Ína de un agujero en mi alma Liviana. ¿La Ína de una droga Liviana? No me acostumbro a tu vida... menos a tu ausencia. Los recuerdos más fuertes que tengo de nosotros fueron esas cosas que nos gritamos. Pero recuerda: Se Salva el día... ¡Tu no!

- Hazme saber que valdrá la pena... 

- No puedo asegurarte algo que solo dependerá de tí.

- Al menos haz que me importe

- Si vienes, te espero. Eso es lo suficientemente importante para mí. No me lo hagas repetir. 

El horizonte de color sueño. La ignorancia detrás del acervo; cuando yo creía que sabiendo bastante, bastaba para llegar a ser alguien mejor cada día.... qué equivocado estaba al ignorar el grado de sensibilidad que las emociones provocan al colisionarlas. Qué equivocado sigo en mi mente. Aristóteles afirmaba que nuestros pensamientos más certeros provenían del corazón, y que el cerebro solo se dedicaba a enfriar la sangre que bombeaba el corazón, después de haber pensado. 

Las mismas cosas no dan risa. Las nuevas cosas que se aprenden, a veces. El morbo de un viejo show viboresco, con espasmos de veneno y miedo en la gente... agrégale la situación falleciente. Imagina que así como haz estado vendiendo tu vida, se seguirá también vendiendo tu muerte. Un principio de seducción aplicado a un convencimiento constante. La conquista de provocar nuestro estado de control más allá de las emociones y necesidades fisiológicas en medio de una cama sudando frío debajo de unas sábanas húmedas por nuestro calor y nuestros recuerdos. 

Conocer el inicio de algo interno, sin reconocer tu rostro mientras lo estás observando. La prueba de que nacer es sencillo, es que ni siquiera tienes que estar pensando para hacerlo. Lo complicado es aceptar que, hagas lo que hagas, vas a morir igual. Aquí la experiencia es la emoción. No importa la cantidad, sino la calidad con la que vivas cada una de ellas, infinidad de formas para interpretarla. 

Se salva el día... ¿Qué intentarás hoy para salvar el de mañana?

No hay comentarios:

Publicar un comentario