martes, 12 de enero de 2016

Ficciones con soundtrack 05 – Viajes ligeros. (Escuchando Reptile Youth)


Las imperfecciones por lo general se repasan,
las recordamos en el espejo a diario.

J. Plata
Si, la noche había cumplido con su deber. O al menos, para Vreni, se había cumplido ya. “¿Cuántas veces puede acostarse alguien con un amante y prometer que será la última?” dijo ella sentada en la sala de su departamento con una taza de café en las manos. Hacía el frío de un invierno que se da en Puerto Vallarta a las seis de la mañana en un domingo.

Aquella misma noche, Vreni me preguntaba por teléfono si yo alguna vez había perdido de verdad a una mujer… “No sé por qué me lo preguntas, pero si he perdido a más de una” le contesté. “Es que yo no siento que haya perdido antes a un hombre, pero aun así hay ocasiones en que pensar en eso me hace sentir extraña” dijo ella. Luego le expliqué que los restos de sus historias siempre me demostraban que existen tantos modos de terminar una relación.

Las historias siempre serán una manera de resumir el tiempo. Aunque definitivamente uno nunca pueda detenerlo. Tras cada paso, cada frase, cada emoción y, por qué no decirlo, tras cada fracaso se esconde un destello de tiempo abreviado para formar con ella una hoguera de nuevas historias. Específicamente con Vreni las etapas de su vida eran marcadas por el final de sus relaciones; o eso es lo que pensaba ella.

Vreni me dijo que se sentía un poco rara algunas tardes y por las noches no podía estar en paz porque los ojos se le llenaban de historias. Historias que no pueden ser conocidas por nadie más, pero que están ardiendo en sus pupilas en medio de la obscuridad como dos hogueras tentando la mortalidad. En ocasiones en la soledad de su cama, pero en otras aunque estuviera acompañada, la realidad le marcaba. Realidades que suelen llevarnos al margen con una máscara hecha de espejos y con esta máscara la paz no siempre están de tu lado.

Al momento me estarla escuchando contándome todo eso a través de la línea telefónica, me di cuenta de cómo, cada vez que se cuenta algo, la gente tiene un don para hacer de las cosas un caos natural; un don para cambiar el orden de las ideas tanto fuera como dentro de sí. Y la historia ya no solo es de quien la vive… sino también de quien la interpreta.

“Te la pasas diciendo que será la última vez, pero justo es lo que siempre buscas ¿No te has dado cuenta de que los juegos del amor son tan absurdos como adictivos?” decía ella “Los horrores pueden enfrentarse, pero los errores son los que por dentro queman.”

Para Vreni los ligues, como los viajes, eran otra forma de aventura y regularmente cuando dos personas se meten en una habitación y cierran la puerta tras de sí, se abren nuevos ciclos. Nuevos modos de hacer cosas que te hagan resistir hasta un próximo destino. Pero siempre llegas al mismo punto… se busca llegar al mismo punto. Según interpretaba yo, aquí lo más importante es el viaje no el destino. “Exacto” dijo ella “Cuanto más disfrutas de todo eso, es lo que yo llamo Ligues Mayores. Tú más que nadie sabe que esta vida está llena de dulces compañeros y de muchas otras noches satisfactorias. De todos modos hay tantos modos de fracasar en las relaciones. Creo que ahora ya lo entendí. Quizá aquí la moraleja sea: Viaja ligero, que al final llegarás a dónde mismo.


Cuando colgamos eran casi las seis de la mañana. Si, la noche había ya cumplido con su deber. 

Ficciones con soundtrack 04 – Una metáfora chiquita (Escuchando Matthieu Chedid)

Si la escuchabas tocar atentamente hasta podías escuchar el futuro. Pero no se trataba de un futuro muy lejano, sino una especie de suspiro del futuro, un advenimiento que nacía desde el rincón menos explorado de la existencia por cualquiera de nosotros y que te conmocionaba. Ya que, como todo ser con algo de sentido común, vivimos –generalmente– a la expectativa del mañana y eso exactamente provocaba. Un suspiro del futuro… algo que puede llegar a ser un gran estruendo, si tu vida es un silencioso pasillo.

Y en medio de esa sensación embelesada podía sentir que aun caminábamos juntos por esa ciudad que parece que retienes en tu memoria como un delirio de juventud. Por aquellas calles Septembrinas dónde se encuentra aún esa pensión llamada “Síncopa de la Costa”, y en la que, con movimientos lentos de tus manos, se internó una vez la noche detrás de tu cuerpo intrigado. Y solo mencionaste una alegoría acerca del corazón y del futuro, combinada con una razón para vivir –Mi vida, ¿me quieres?– preguntaste. Y yo ya te quería desde antes; con la cadencia, más certera aun, de que hasta nuestra muerte matizaba ya en la belleza de lo culto.

Sobre ceremonias recurrentes incluimos los gestos de las sonrisas y entre pasadizos de obras apasionantes teñimos nuestras huellas. Hablaste sobre leyendas de amantes históricos a los que se les podrían componer poderosas y encantadoras melodías; dignas de Orfeo y Eurídice. –Para poder atravesar hasta los más oscuros infiernos de esta y de la otra vida– dijiste entonces. Yo te pedí que compusieras una melodía en ese mismo instante para pretender transportarnos sin movernos del lugar. Me senté junto a ella en la cumbre de unas rocas. –Mientras yo coreo, tú compones una metáfora chiquita– Lo único que importaba era el tono perfecto, la última nota y las metáforas vividas. Más después, como debe sucederles a todos los seres semidivinos –igual que Orfeo– ella se enamoró y volvió a su posición humana. Dónde el amor es tan efímero que solo sirve para vivirse o para morir. Pero no para regresar las almas encerradas en los infiernos a la vida. En ese instante compuse:

Perdurable melodía internada en una metáfora de esta obscuridad…
Suspira una vez más.
Tu mirada que ha vuelto a ver hacia atrás.

viernes, 1 de enero de 2016

Ficciones con Soundtrack: 03 – Transforma mi mente (Escuchando Mr. Gnome)

en la Naturaleza de la memoria Ondeamos,
en el Recuento de las Anécdotas vivimos..
Dic. 2015

En esta vida estamos hechos de polvo de estrellas, en la siguiente quizá de vibración y luz; dónde la música será el equivalente a hacer el amor; y las estrellas: partículas para ser feliz. – “Escúchame…” dijo ella. En realidad la había escuchado desde mucho tiempo antes; pero no sabía que responderle y eso lo tomaba como un gesto grosero que salía de mí.

A ella le gustaba leer. Leer mucho de noche, charlar mucho de día. – “Ven a transformar mi mente, en forma de una madriza”, le dije una vez; o recuerdo vagamente habérselo dicho. Lo que sí, es que lo hizo ella a su modo y cuando menos lo esperaba. – “Careces de empatía emocional”, me consta que dijo. Las intenciones de crecer con la distancia, sobre todo cuando en la sangre se llevan secuelas, cuando en el estómago se llevan secuelas, pero (y sin aparentar otro ser humano) cuando en el sentido del oído se llevan secuelas; es decir, cuando una sinfonía constante que actúa de manera envolvente y descarnada, no te deja. En alemán, a un acto así le llaman ohrwurm, que, en sentido figurado, es como un gusano de oído.

Esta vez parecía no haber salida. Ella llevaba el sentido en una masa límbica que incluía también la insensatez. Pero bueno, en realidad yo también tenía que admitir que ya estaba viejo para esperar los sueños, las ilusiones, los enigmas… las intenciones de crecer con la distancia. En el mejor de los casos me hubiera podido quedar sin las desarmonías de los contactos de la gente y acostarme tarde mientras veo una serie por Netflix. Agachado, y mirando por debajo de la cama, buscando el par de mi zapato, me doy cuenta de que ya es diciembre.

Mis palabras sólo tienen tres tonos de voz: uno iracundo, uno feliz y uno inseguro.

El primer tono no tiene nada que ver con los dos que le siguen, y el tercero es el más litigante de todos – “Al menos intenta ser feliz”, me dijo un día en una pizzería llamada Rústica, por Polanco. Y una mañana de Diciembre me levanto temprano y escucho, al abrir la ventana, un sonido parecido a un gañido determinante – “Careces de empatía emocional”, me parece que dijo. Ojalá fuera tan filosófico como un ser que atraviesa la calle creyendo que escribe un poema o se está volviendo loco (que para quien lo mire significa lo mismo) – “¿Estas pendejo, no sabes en qué país vives?”, dice un hombre que golpea con sus muletas a otro afuera del metro Tacuba – “Ven a transformar mi mente, en forma de una madriza”. Escuchando en mi cabeza una sinfonía imperiosa me doy cuenta de que ya se está terminando el año.

Llevaste el sentido en una masa límbica que incluía también la insensatez – El rostro de las canciones se parecían a una tremenda tormenta de sensibilidades – En esta vida estamos hechos de polvo de estrellas, en la siguiente quizá de vibración y luz. Literalmente estamos solos en esta tierra (y morimos solos; una vida es poca vida; sin faltarle el respeto a nadie). El mundo será breve, los sueños serán breves, pero las intenciones de seguir soñando en este mundo, quizá, sean eternas. Y ya desde mucho antes nos habíamos topado con ello, más entonces no teníamos el don de aceptarlo como tal. Las instantáneas de un solo álbum nos hace pensar que pudimos haber obtenido mucho más. Algo parecido al azul de la sinfonía más delicada y dónde la música es el equivalente a hacer el amor.

De ahí que siento que lo mejor de mis pasiones vienen de una forma solitaria y oscilante – Recordar a una mujer que podía llegar a leer tanto de noche, y charlar tanto de día; y al mismo tiempo transformar tu mente como ninguna otra persona habrías creído que podía – Al menos intenta ser fel… – Y las estrellas: partículas para ser feliz.

https://soundcloud.com/mrgnome/the-way