miércoles, 21 de octubre de 2015

FICCIONES CON SOUNDTRACK 01 – Desorden interno. (Escuchando Nine inch Nails)


Dentro de la misma historia, las cosas se habían modificado. Todo mundo ama alguien, pero también puede amar a alguien más. Con esta convicción Perla Sónica decidió irse a San Francisco y entonces (al menos para mí) todo se sumió en un mismo tiempo. El tiempo en que llegamos a conversar de nuestras ansias y nuestros temores a solas. El presente entre dos vueltas de espalda, hasta volverse intenso. 

Era cierto. Me daban ganas de volver a decirle que ella era algo que jamás iba llegar a tener. Pero eso, no me convencía de extrañarla menos. Ni poniendo en la televisión los programas más vulgares o dejando que las calles de esta ciudad me llevaran a la ruina. En cierto momento lo único que podía voltear a ver, era mi cara en el espejo del baño. Cuando creí que solo los buenos juicios, los sanos pensamientos, nos salvarían; o mejor dicho, me salvarían de mí mismo.  


Al ver mi rostro más de cerca he logrado recordar a Perla Sónica tomando sus cosas de manera tosca y azotar, por último, la puerta de la casa de manera brutal. Dentro de la misma historia, las cosas se habían modificado. Dentro de mí también y la espiral de mi memoria ahora daba vueltas hacía abajo. Los estrechos largos de la vida perforados con una vieja destrucción. Todo mundo ama a alguien, pero también puede amar a alguien más.


Las convicciones, en ocasiones, acechan contra la voluntad.


viernes, 16 de octubre de 2015

La chica escuchando Tom Waits mientras se afeita las piernas.



Los sueños – las distancias – los delirios – el color de mi voz – los zapatos de un viejo cuento – el vecino desmayado – una ambulancia – Distrito Federal; es decir, Bellas Artes, Chapultepec,  Insurgentes y Reforma; es decir imagenes e imagenes de otra realidad Azcapotzalco una chica ocho años menor que yo el sonido de una trompeta ensayando en una azotea – las emociones del desvelo – sus conductas – mis conductas – el intenso intermediario – la luz de la ventana del cuarto de baño – la intensidad de tantos filosóficos días que explican sola una parte humana – una descendencia – “¡Qué bonita noche! ¿Verdad, joven?”, me dice el viejo de la puerta de la casa – una canción para escucharse mientras se abre la última de las noches y con la puerta de la calle abierta – una historia del administrador de un bar en Puerto Vallarta – me había quedado en casa todo un fin de semana pensando en qué podía volver a decir – el tiempo se me va como sangre corriendo por las venas y, con otro propósito, la chica escuchando Tom Waits mientras se afeita las piernas.