viernes, 16 de octubre de 2015

La chica escuchando Tom Waits mientras se afeita las piernas.



Los sueños – las distancias – los delirios – el color de mi voz – los zapatos de un viejo cuento – el vecino desmayado – una ambulancia – Distrito Federal; es decir, Bellas Artes, Chapultepec,  Insurgentes y Reforma; es decir imagenes e imagenes de otra realidad Azcapotzalco una chica ocho años menor que yo el sonido de una trompeta ensayando en una azotea – las emociones del desvelo – sus conductas – mis conductas – el intenso intermediario – la luz de la ventana del cuarto de baño – la intensidad de tantos filosóficos días que explican sola una parte humana – una descendencia – “¡Qué bonita noche! ¿Verdad, joven?”, me dice el viejo de la puerta de la casa – una canción para escucharse mientras se abre la última de las noches y con la puerta de la calle abierta – una historia del administrador de un bar en Puerto Vallarta – me había quedado en casa todo un fin de semana pensando en qué podía volver a decir – el tiempo se me va como sangre corriendo por las venas y, con otro propósito, la chica escuchando Tom Waits mientras se afeita las piernas.

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