Los sueños –
las distancias – los delirios – el color de mi voz – los zapatos de un viejo
cuento – el vecino desmayado – una ambulancia – Distrito Federal; es decir, Bellas Artes, Chapultepec, Insurgentes y Reforma; es decir imagenes e imagenes de otra realidad – Azcapotzalco – una chica ocho años menor que yo – el sonido de una trompeta
ensayando en una azotea – las emociones del
desvelo – sus conductas – mis conductas – el intenso intermediario – la luz de
la ventana del cuarto de baño – la intensidad de tantos filosóficos días que
explican sola una parte humana – una descendencia – “¡Qué bonita noche! ¿Verdad,
joven?”, me dice el viejo de la puerta de la casa – una canción para escucharse
mientras se abre la última de las noches y con la puerta de la calle abierta –
una historia del administrador de un bar en Puerto Vallarta – me había quedado en
casa todo un fin de semana pensando en qué podía volver a decir – el tiempo se me va como sangre corriendo por las venas y, con otro propósito, la chica escuchando Tom Waits mientras se afeita las piernas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario